Autor: Damien Mascret
Traducción: Alexandre de Bilderling (artículo original en francés: https://sante.lefigaro.fr/article/non-boire-un-verre-de-vin-par-jour-n-est-pas-bon-pour-la-sante/ )
Periódico: Le Figaro
Publicado el 24/08/2018 a las 08:53
Actualizado el 25/08/2018 a las 11:08

Hace dos años, el profesor Tim Stockwell, director del Centro de Investigación sobre Adicciones de Victoria (Canadá), explicaba a Le Figaro: “Nuestros resultados ponen en duda los beneficios del consumo moderado de alcohol sobre la mortalidad. Esto no descarta la posibilidad de una cardioprotección, que simplemente quedaría anulada por el mayor riesgo de cáncer y otras enfermedades”. Acababa de analizar con sus colegas estadounidenses 87 estudios sobre el consumo “moderado” de alcohol que mostraban que las tres cuartas partes de ellos pasaban por alto un sesgo importante relativo a los no bebedores. Una vez corregido este sesgo, el presunto efecto protector del bajo consumo de alcohol desapareció.

El nuevo estudio, publicado el 23 de agosto en una reputada revista científica, The Lancet, acaba de darle la razón. “Se trata de un estudio histórico, tanto por la robustez de sus resultados como por su alcance”, explica el Dr. Bernard Basset, médico de salud pública y vicepresidente de la Asociación Nacional para la Prevención del Alcoholismo y la Adicción (ANPAA).

Cientos de investigadores de 195 países se movilizaron para proporcionar los datos del periodo 1990-2016 para este trabajo sin precedentes, que se llevó a cabo con la financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates. Los resultados confirman la importancia de esta lacra a escala mundial: “En 2016, el consumo de alcohol provocó 2,8 millones de muertes y fue el principal factor de riesgo de mortalidad prematura y discapacidad entre las personas de 15 a 49 años”.

“La curva de resumen de riesgos muestra el aumento de la mortalidad desde la primera copa”, señala el profesor Michel Reynaud, presidente del «Fonds action addiction» y fundador del sitio web addictaid.fr. Sin embargo, el aumento sigue siendo modesto. A lo largo de un año, las personas de entre 15 y 95 años que beben un vaso de alcohol al día sólo aumentan en un 0,5% el riesgo de desarrollar una de las 23 patologías seguidas por los investigadores.

Un impacto muy modesto, ya que esto significa que con una copa de alcohol al día 918 personas de cada 100.000 se verán afectadas cada año, frente a 914 de cada 100.000 entre los no bebedores. Pero cuidado, se trata de vasos de un volumen correspondiente a una unidad de alcohol [NDT: una Unidad de Bebida Estándar]. Una copa de champán o una copa de vino (10 cl), una media pinta de cerveza a 5° (25 cl) y 3 cl -solamente- de un alcohol fuerte tipo whisky o pastis (¡la cantidad de agua añadida no cambia nada!).

“Hasta una copa de alcohol se puede pasar, explica el profesor Reynaud, “pero luego, con dos o tres copas, los riesgos aumentan claramente”. La gente tiene todo el derecho a elegir tomar una vez que está bien informada, pero no nos diga que el consumo moderado de alcohol es bueno para la salud”. Con dos bebidas al día, 977 personas de cada 100.000 desarrollan un problema de salud, y el riesgo sigue aumentando hasta 1.252 personas de cada 100.000 con 5 bebidas al día.

Añade un sesgo de minimización frecuente en las respuestas. “Todo el mundo tiende a considerar subjetivamente que su consumo es razonable, es humano”, señala el Dr. Basset. Pero nada es mejor que comprobarlo, sobre todo cuando se sirven las “dosis caseras” generosas. Los entusiastas de las matemáticas o de la precisión pueden calcular la dosis de alcohol multiplicando el volumen (en cl) por el grado de alcohol, multiplicando luego este total por 8 y dividiéndolo por 1000. Así, con una lata de cerveza fuerte a 10° (50 cl) ya tienes 4 unidades de alcohol, es decir, cuatro vasos estándares.

“El problema de salud pública no está en el consumo de un vaso al día, ni siquiera de dos o tres”, destaca el profesor Reynaud. Pero los productores y fabricantes de alcohol prefieren hablar de esto antes que de su objetivo de aumentar el número de consumidores, para aumentar el número de bebedores empedernidos”. El Dr. Basset es pesimista, hasta el punto de que la falsa barba del “consumo responsable” promovida por los lobistas parece estar avalada por el Elíseo [NDT: La casa del presidente francés]: “Me temo que la ministra de la Salud, cual sea su convicción, no pueda hacer otra cosa que tomar pequeñas medidas”, suspira el Dr. Basset.

Sin embargo, en un número de la serie “La santé en chiffres”(La salud en cifras), dedicado al alcohol, la Agencia de Salud Pública de Francia pinta un panorama sombrío del impacto del alcohol en nuestro país: “Se calcula que cinco millones de personas tienen dificultades médicas, psicológicas o sociales en relación con el alcohol”. Según la agencia, “el coste sanitario de los problemas relacionados con el alcohol se estima entre 10.000 y 20.000 millones de francos [NDT: monedad de Francia antes del año 2001] (la mitad de este coste corresponde a la atención ambulatoria y la otra mitad a la hospitalización). Los costes sociales son también muy elevados: ineficacia y absentismo profesional, violencia, malos tratos, conflictos familiares, suicidios, accidentes de tráfico y domésticos…”.

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