POR JACQUES DUPONT
Traducción: Alexandre de Bilderling
Publicado el 12/02/2021 a las 14:00
Le Point.fr

Un estudio reciente de toda la literatura y las experiencias sobre el uso del cobre en la agricultura barre una serie de ideas preconcebidas.
El cobre es un poco como el glifosato de la viticultura orgánica. No pasa un día sin que a un viticultor con etiqueta AB [NDT: Agricultura Biológica] o a otro se le diga: «Ah, sí, lo orgánico es bueno, pero aún así hay el cobre.» Y los que más hablan (mal) de ello son o bien vecinos que prefieren utilizar los productos conocidos como “convencionales”, es decir, los productos de la industria química, o bien (como en el caso del glifosato) gente que no sabe mucho sobre el tema, pero que, sin embargo, sostiene la verdad real.
El sulfato de cobre se utiliza desde el siglo XIX para luchar contra el mildiu, y es el único producto realmente eficaz autorizado en agricultura biológica. Así, una veintena de estos viticultores biológicos con mucha notoriedad se unieron para financiar un estudio que podría llamarse, a la manera de Woody Allen, «Todo lo que siempre quiso saber sobre el cobre pero nunca se atrevió a preguntar».

O, como dice Pierre de Benoist, que dirige la propiedad vitícola De Villaine en Bouzeron (Borgoña): «Es importante mostrar a estos biempensantes del medio ambiente que el cobre no es lo que creían.»

La empresa Novasol, con sede en Dijon (Borgoña), reunió a varios expertos, entre ellos unos directores de investigación del INRAE (Institut national de la recherche agronomique [NDT: el instituto francés de la investigación agronómica]), «para garantizar el rigor y la objetividad», y realizó una investigación bibliográfica sobre el tema. En otras palabras, los expertos de Novasol revisaron más de 300 artículos para concluir que «existe poca literatura científica académica sobre el impacto del cobre en la biodiversidad de los suelos vinícolas (sólo 4 artículos trataron el tema)», escribe Battle Karimi, doctora en ecología microbiana, que escribió el informe del estudio. A continuación, los expertos dirigieron su atención a otros sectores agrícolas, como los huertos, etc., para conocer mejor el impacto del cobre en la biodiversidad del suelo.

«En definitiva, la síntesis se basa en 19 artículos científicos, el 75% de los cuales proporcionan resultados de experimentos de laboratorio, es decir, realizados generalmente en un solo tipo de suelo y en condiciones desvinculadas de cualquier contexto agroclimático. Sólo 4 estudios aportan resultados sobre el impacto del cobre acumulado en el suelo sobre su biodiversidad.»

Con 4 kilos por hectárea, no hay peligro.

Conclusión: por debajo de 200 kilos por hectárea [NDT: anualmente], el cobre no afecta a la fauna microbiana del suelo. Las lombrices de tierra estarían en declive tras tratamientos de 40 kilos/ha tres años seguidos. «Según esta síntesis, la literatura científica académica actualmente disponible muestra un impacto ecotoxicológico del cobre sobre la biodiversidad del suelo sólo a partir de un aporte de 200 kg/ha/año, y es imposible concluir objetivamente ningún impacto con una dosis de 4 kg Cu/ha/año», escribe Battle Karimi como conclusión. La dosis de 4 kilos por hectárea es el límite máximo permitido hoy en día a nivel europeo.

«No me sorprende», comenta Jean-Marie Bouldy, viticultor en agricultura biológica ubicado en Pomerol (Château Bellegrave), al descubrir el estudio de Novasol Experts. «Desde hace mucho tiempo, a través de mis lecturas, de mis encuentros con personas como Claude Bourguignon, he comprendido que el cobre no es un metal pesado, porque es oxidable, a diferencia del mercurio, por ejemplo. Es un oligoelemento necesario para la salud. Cogemos una pala, hacemos un agujero en nuestro viñedo, se encuentran lombrices… Llevo quince años en agricultura orgánica. Si hubiera matado mis suelos, no verías las lombrices. Las hojas se caen y, dos meses después, ya no se ven, se degradan rápidamente, porque se las comen la microfauna silvestre, los microorganismos y las lombrices. Tenemos suelos que son híper vivientes. La ANSES (La Agencia Francesa de Seguridad y Salud Alimentaria, Ambiental y Ocupacional) y la Europa están bajo presión de las empresas químicas. »

«Ahora, continúa el señor Bouldy, la ANSES quiere prohibir el alisado, lo que significa que un año que hay mucha presión, le ponemos 5 kilos y al año siguiente, 2 kilos. No entiendo por qué el cobre es el chivo expiatorio de la contaminación agrícola. Los CMR (sustancias cancerígenas, mutágenas y tóxicas para la reproducción), los SDHI (fungicidas), los dejamos, no están prohibidos en la etiqueta HVE (certificación de Alta Valor para el Medioambiente). Todo organismo necesita oligoelementos y, por tanto, cobre para vivir.»

La única cura contra el mildiu

Thomas Duroux, de Château Palmer, en Margaux, es uno de los patrocinadores del estudio. Comparte esta opinión y quiere ser optimista: «Comprobamos que lo que se nos dice carece de fundamento científico. Estos resultados contradicen totalmente las normas que nos quieren imponer hoy en día. Existe una poderosa corriente de opinión en torno a estas cuestiones medioambientales. Tengo mucha confianza en la conciencia de la agricultura en general.» Lo mismo ocurre en Borgoña, donde, sin embargo, el mildiu ha sido menos devastador en los últimos años que en la región de Burdeos, que tiene una mayor humedad.

«Que seamos en viticultura orgánica o convencional, el único remedio es el cobre», añade Pierre de Benoist. «El azufre, como el cobre, es un regalo de la tierra. Cuando era niño, veíamos las vides azules, así eran las dosis: 30, 40 kilos por hectárea… Hoy, utilizamos dosis que no tienen nada que ver, los equipos han cambiado, los conocimientos han aumentado, el clima, los técnicos… El cobre nos permite ahorrar dinero y hacer que la gente trabaje en buenas condiciones sanitarias.»

Share This
×
Show
×
Show